Un poco más sobre mí.

Soy Lidia Cruzado.

Siempre fui una niña feliz y alegre, aunque me pasaba de tímida, siempre he llevado esa timidez al extremo. Pero también es verdad que mi salud desde bien pequeña comenzó a dar guerra y eso no ayudaba mucho.

Recientes estudios relacionan las enfermedades inmunológicas con contacto en algún momento de la vida del paciente con ciertos virus o bacterias. Pues bien, antes de los cuatro años, mi madre seguro que recuerda cuando, jugando en la playa me tragué lo que luego resultaron ser huevos de algún tipo de solitaria (es un parásito), así que ahí ya tenemos una posibilidad.

lidia cruzado

A los cuatro años, la varicela me provocó una fiebre tan alta que al parecer provocó una infección de médula. Otro posible contacto (varicela=virus). Y debilitó tanto mi quinta vértebra lumbar, que la fisuró y comenzó a desplazarse hacia delante. Esto se llama espondilolistesis.

Fui una adolescente según mi madre rebelde, solo según ella. Estudiaba más que nadie, pero me frustraba no poder hacer nada de deporte. A los 16 me federé en un equipo de voleibol sin que nadie lo supiese.

Con 19 los traumatólogos decidieron que el peso de mi columna no podía soportar más esa lesión, por lo que decidieron colocar gran parte de mi columna en su sitio con placas y tornillos de titanio. Tengo tanto titanio en mi columna que podrían proponerme como la próxima X-Woman.

Por aquella época ya había comenzado mis estudios universitarios en la facultad de Telecomunicaciones de la UMA. Al colocar el súper titanio en mi columna todos pensamos que ya mi vida a nivel salud iba a ser tan normal como la de cualquier hijo de vecino. Pero qué equivocados estábamos todos. A los pocos años me diagnosticaron una enfermedad inmunológica (Crohn). Hay quien dice que el desencadenante de esta enfermedad pudo ser el estrés por mi insistencia en permanecer en una carrera tan difícil. Pero quizá pudo activar el botón la operación de columna. O quizá simplemente es mi Dharma.

La cuestión es que de nuevo mi salud me frenaba, por lo que no pude terminar teleco. Una vez que aprendí cómo vivir con mi nueva situación conocí el yoga a través de mi internista, él llevaba practicando yoga y meditación toda su vida. Insistió e insistió, pero yo no estaba para nuevas aventuras. Hasta un día decidí ir a una clase de yoga, y fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

Comencé a trabajar, mientras continuaba con mi práctica de yoga, en una empresa informática. Pero a los 24 años los médicos, con todo el dolor de su corazón, me propusieron como paciente para realizar una colostomía. Aquél fue uno de los peores momentos de mi vida. Aquello no podías estar ocurriendo. Por lo que les solicité un “Time Out”. Tenía que haber otra manera de conseguir que mi salud mejorase. Así que de nuevo, paré mi vida en seco y me esforcé, y trabajé duro para dejar cada órgano de mi cuerpo donde le correspondía.
Y como soy una persona activa e inquieta comencé a leer, a investigar y a estudiar cómo la nutrición y el yoga podían ser mis grandes aliados en la evolución positiva de mi enfermedad. Y funcionó, realmente funcionó.

Volví al mundo laboral y 6 años después decidimos formar una familia. Y de nuevo y una vez más, por consejo médico tuve que hacer un parón en mi vida laboral, ya que mi embarazo era de alto riesgo por mi enfermedad. Y yo quería ser mamá sí o sí. De vuelta de nuevo en casa seguí estudiando e investigando.

Comprendí hasta que nivel los alimentos pueden ser nuestros aliados. Nuestra alimentación es una verdadera arma terapéutica. Y el yoga, no solo lo digo yo, lo dicen los más recientes estudios científicos. El yoga puede ser un bien realmente cuantificable para nuestra salud. El control de la ansiedad es fundamental cuando padecemos una enfermedad crónica. Y crónica es “for ever and ever”. Todos y cada uno de los días de la vida de un paciente crónico pasa algo.

En fin, que como toda experiencia adquirida debe ser compartida; decidí comenzar mis estudios en nutrición. Soy Técnico Superior en Nutrición y dietética y diplomada en nutrición aplicada a patologías por Uned. La Nutrición Clínica es para mí una gran pasión.

El yoga llegó a mi vida como parte de mi tratamiento y a día de hoy, soy profesora de diferentes estilos avalada por la Yoga Alliance (500RYT y YACEP). Profesora de Ahimsa Yoga Aéreo, Profesora Certificada de FisiomYoga y he realizado diferentes master de yoga terapéutico. Ayudar a otras personas como yo es el motor que mueve mi práctica y enseñanza de yoga. Se puede decir que llevo casi 20 años siendo mi propio paciente y me enorgullece decir que durante estos años he ayudado con mis consejos y experiencia a otros pacientes y alumnos más jóvenes que yo.

Durante años en mis clases para pacientes autoinmunes he trabajado con patologías como Lupus, Sjogren, Púrpura Trombocipénica, Miastenia Gravis, Crohn, Artritis Reumatoide e incluso Esclerosis Múltiple Y ELA.
Durante años he estudiado el comportamiento y las características comunes de estas enfermedades. La experiencia me ha llevado a practicar yoga con alumnos con bombas de morfina o en sillas de ruedas.

Trabajar con estas personas me ha llevado de nuevo a la UMA. Donde actualmente y poquito a poco, recordad soy mamá a tiempo completo, voy completando mis estudios en Fisioterapia.

Hoy en día, controlo y convivo perfectamente con mi Crohn, con “el bicho”, como nosotros los “Crohnies” lo llamamos. Aunque ya sea el o sus patologías asociadas, siempre está ahí haciéndose notar. Pero aunque esté ahí, yo también voy a estar para mis alumnos, para mis pacientes, para otros profesores de yoga. Para quien necesite saber un poquito más y comprender, que la enfermedad puede tener dos caminos. Uno es innombrable, y el otro es vivir y ser feliz. Convivir, y no solo sobrevivir.

Namaste.

Lidia.