Yoga y enfermedades autoinmunes
Es una realidad y no sólo una típica afirmación que todo el mundo, independientemente de cual sea su estado de salud, puede practicar yoga.
Las personas que a diario tienen que lidiar con dolor y frustración causados por enfermedades autoinmunes o degenerativas también pueden beneficiarse de esta disciplina milenaria. Y no sólo pueden, sino que en su caso, la función terapéutica del yoga cobra todo su sentido.
Está más que demostrado, no sólo por estudios científicos, si no por la práctica empírica de muchos practicantes de yoga, que la práctica adecuada de yoga y meditación mejora la capacidad para manejar el estrés, controlar el dolor y, en general se produce una mejora en el estado de salud y anímico en pacientes autoinmunes.
La práctica de yoga aumenta la fortaleza muscular, la flexibilidad y la movilidad. Previene la osteoporosis. En las personas con lupus existe un aumento en la pérdida de la masa ósea y en el número de fracturas. Con la práctica del yoga los huesos se mantienen sanos y fuertes. Durante ciertas asanas (posturas de yoga) se llevan a cabo importantes rotaciones de articulaciones y de columna vertebral, que ayudan a fortalecer los músculos y a aumentar la densidad ósea. Estas mismas rotaciones de columna, presionan los órganos abdominales produciendo sobre ellos un ligero auto masaje, estimulándolos y oxigenándolos al mismo tiempo.
En caso de personas con enfermedad inflamatoria intestinal como la Enfermedad de Crohn o la Colitis Ulcerosa. En momentos de remisión de la enfermedad, estas presiones y movilizaciones sobre los órganos abdominales. Sobre intestinos y colon. No solo masajea o favorece el riego sanguíneo en la zona. Sino que en caso de pliegue en las paredes intestinales, puede ayudar a liberar adherencias en la pared intestinal y a permitir la mejor absorción de los nutrientes.
Estos movimientos también potencia la función renal y por la tanto la desintoxicación y eliminación de fármacos y sustancias ajenas al organismo pero, desgraciadamente, necesarias para paliar ciertos síntomas.
El yoga es muy efectivo a la hora de combatir el estrés y la ansiedad que conlleva el diagnóstico de una enfermedad crónica. El diagnostico definitivo, convivir con dolor crónico y con diferentes y muy diversos síntomas, provoca un estado de ansiedad generalizada que perdura en el tiempo. Desde el momento en que se diagnostica la enfermedad crónica, el estado de ansiedad es generalizado de por vida. A este estado se suma el que genera la incomprensión e impotencia que se genera cada vez que se experimenta un síntoma por primera vez. La enfermedad no debuta en todos por igual. En algunos casos aparece de forma muy agresiva, y en otros, va apareciendo poco a poco.
Cuanto más aprendamos a controlar nuestra respiración, seremos más capaces de controlar el estrés y la ansiedad. Nos encontraremos más fuertes a nivel emocional, y afrontaremos mejor cada nueva y diferente situación. El control de la respiración es un gran aliado a la hora de enfrentarse a nuevas pruebas diagnósticas. Y más aquellas que son invasivas. Controlar la respiración nos permite permanecer largo tiempo pacientes, inmóviles si la prueba lo requiere, y fuertes tanto física como mentalmente.
Otro factor fundamental para afrontar la enfermedad es cultivar la conciencia corporal y la propiocepcion. En mis clases de yoga, no es difícil observar como las personas que padecen alguna enfermedad crónica tienen la conciencia corporal más desarrollada que las personas sanas. Y esta conciencia no se ha desarrollado por sí misma, si no que ha sido la evolución de la largo tiempo padeciendo y sufriendo diferentes síntomas y dolores. Así que usar esta conciencia corporal para aprender a sentir el cuerpo, para observar lo que ocurre dentro de nosotros, es una gran herramienta para prevenir o ser capaces de intuir brotes o futuros ataques de la enfermedad. Si aprendemos a ver venir los síntomas, podremos poner remedio y frenarlos antes de que sea demasiado tarde y nos obliguen a aumentar la medicación, o incluso en algunos casos, a volver a ser hospitalizados.
Trabajar la conciencia sobre nuestro cuerpo nos enseña, a respirar de forma consciente y profunda, aumentando la oxigenación en nuestro organismo. A mejorar el equilibrio y la coordinación, a aprender a soltar los músculos tensos, evitando contracturas provocadas por la ansiedad. Nos enseña a mejorar la postura y a dormir mejor.
Aunque el yoga no puede curar la enfermedad, su práctica aumenta la sensación de bienestar y alimenta el optimismo. Y esto provoca cierta sensación de control y responsabilidad sobre tu salud y tu vida.
Y os preguntaréis, ¿qué tipo de yoga es el adecuado?. Depende de la edad y el estado físico de cada paciente. En mis clases de yoga se encuentran tres tipos de practicantes diferentes, según el momento en su enfermedad en el que se encuentren. Algunos son jóvenes y enérgicos, que cuando la enfermedad se lo permite, les apetece un estilo de yoga potente y dinámico como el Vinyasa Flow. Se sienten libres, sin limitaciones, fuertes y capaces de tomar decisiones respecto a qué pueden y qué no con su enfermedad.
Otros, se decantan por un estilo de yoga suave pero en continuo movimiento, como el yoga Dinámico. En el que al movilizar las articulaciones uniendo respiración y movimiento, encuentran liberación en su cuerpo, amplitud en su respiración, y calma y paz interior.
Y para otros, en momentos en que la enfermedad se encuentra activa y en brote severo, pueden seguir practicando yoga, pero nos decantaremos por Hatha o Iyengar en sus versiones más suaves y restaurativas. Toda la práctica de yoga es terapéutica, pero el Hatha yoga orientado a lesiones o patologías, o el Vini yoga son las opciones apropiadas en estos casos. Para esta práctica se utiliza todo tipo de apoyos y soportes (bloques, sillas, correas, mantas, pared, etc) para posibilitar el acceso a posturas que de otra forma quedarían relegadas. Resultan de gran utilidad las posturas restaurativas, que estiran los músculos de forma pasiva, a la vez que proporcionan una relajación profunda.
Los beneficios del yoga para todas las personas son numerosos. Pero uno de los beneficios más bellos, es la capacidad de hacer que cada persona transforme la frustración y el dolor producido por la enfermedad, en fuerza física, mental y emocional. En autocontrol, y lo más importante, en superación.
El yoga es una medicina muy efectiva para los que conviven con la enfermedad, ayudándoles a mejorar su calidad de vida y su felicidad.